Todos los que practicamos algún deporte sabemos lo inesperado y molesto que es un calambre. Ya sea que estemos corriendo, pedaleando o nadando, de la nada notamos una aguda sensación que no sabemos bien cómo explicar, simplemente sentimos como la pierna o el brazo de repente “se hace nudo”, obligándonos a parar.
Sabemos que eso se llama calambre, pero ¿por qué nos da?
¿Qué es?
La palabra calambre proviene del vocablo fráncico krampe, que se refiere a aquello que está “doblado, torcido o entumecido“, es decir, justamente cómo se comportan nuestros músculos cuando sentimos esta contracción repentina. Pero ojo, no siempre tiene que ver con la práctica de algún deporte.
Un calambre puede surgir en cualquier momento del día, sin que necesariamente hayas pasado por un proceso de actividad física exigente, por el contrario, incluso sucede cuando duermes, provocándote despertar en medio de un súbito dolor.
Si bien los calambres son momentáneos, sí que pueden derivar en lesiones más graves como algún desgarre muscular, por lo que es necesario saber por qué se producen y cómo ayudar a prevenirlos.
¿Por qué me acalambro?
Es evidente que cuando comienzas una vida deportiva activa, los calambres pueden presentarse mientras tu cuerpo se acostumbra a las nuevas exigencias. Sin embargo, aunque seas un atleta de alto rendimiento con rutinas bien establecidas, no quedarás exento de sufrirlos ocasionalmente.
Entre otras causas ajenas a la exposición prolongada al ejercicio físico se encuentra la deshidratación, pues la falta de agua en dosis proporcionales a los líquidos perdidos durante tus entrenamientos o por el transcurso natural del día, provoca que los músculos pierdan flexibilidad y tengan menor resistencia a la fatiga causada por tus actividades cotidianas.
No obstante, la deshidratación es sólo una de las causas más comunes y de fácil corrección, pues basta con que tomes un par de litros de agua diarios para mantenerte bien hidratado. Ahora bien, existen otros factores a tomar en cuenta que posiblemente requieren de mayor atención, incluso médica, si sufres de padecimientos crónicos como mala circulación de la sangre, comprensión de los nervios del cuerpo o bajos niveles de minerales como el hierro, calcio o potasio, y en cambio, padeces de un exceso de fósforo.
¿Cómo prevenir los calambres?
Si eres deportista y quieres evitarte esta repentina molestia durante o al final de tus entrenamientos, debes tomar en cuenta que una buena manera de prevenirlos es realizando una rutina de estiramientos musculares tanto al inicio como al término de tu sesión.
Estos estiramientos los puedes complementar con masajes cotidianos en las zonas donde sabes que eres más propenso a sufrir calambres. Hazlo siempre con la palma de tu mano, de arriba hacia abajo y aplicando un poco de presión. No está de más utilizar alguna pomada o ungüento antiinflamatorio.
La alimentación es básica
Ya te comentamos que mantenerte bien hidratado es fundamental para prevenir la aparición de calambres. Ahora debes tener en mente que la alimentación también es fundamental para mantener fuertes, saludables y flexibles cada uno de tus músculos.
Procura mantener en tu dieta cotidiana algunos de los siguientes alimentos:
Jugo de naranja. Además de la consabida vitamina C, es rico en potasio, por lo que tomarlo ocasionalmente es muy recomendable.
Plátano. Rico no sólo en potasio, sino también en magnesio, hierro y betacaroteno, por lo que comerte una pieza antes del entrenamiento te vendrá bien para prevenir los calambres.
Carne. Consumir pollo o res –en cortes magros de preferencia– te aportará el nivel de 4.7 g de potasio recomendado al día, además de proteínas naturales.
Lácteos. La leche, yogurt y los quesos frescos son ricos en calcio, esencial para el correcto funcionamiento y mantenimiento no sólo de huesos, sino también de músculos y nervios.
Soya. Ahora que si eres intolerante a la lactosa, la soya es la mejor opción para sustituir los lácteos y aportar una dosis extra de potasio.
Nuez. En realidad todas las semillas y granos son excelentes para combatir la propensión a los calambres, pero las nueces son un superalimento que además mejora los procesos cognitivos. ¡Consúmelas para músculos y cerebro al 100%!
Brócoli. Si de niño no te gustaba, ahora lo vas a amar. Es uno de los vegetales más ricos y poderosos de la naturaleza por su gran aporte de vitaminas y minerales, y puedes comerlo a diario sin preocupación.
Lo más recomendable es que tengas una dieta balanceada diseñada para ti por un especialista, tomando en cuenta no sólo tu propensión a los calambres, sino también pensando en tu estilo de vida, trabajo y rutinas físicas. Recuerda que no se trata de comer todo en una sola sentada, sino de balancear los alimentos a lo largo del día y las semanas para obtener los mejores resultados.
Con una combinación adecuada de ejercicios preventivos, hidratación y alimentación, muy pronto te desharás, casi sin darte cuenta, de los molestos calambres ¡y nunca los vas a extrañar!