Las bicicletas de montaña aparecen, por un solo motivo: Llegar donde otros no pueden. El día de hoy podemos pedalear en lugares donde hace unos 20 años era absolutamente impensable que pudiera llegar una bicicleta.
La historia de las bicicletas de montaña es tan vieja como la historia de la bicicleta convencional. Como sabemos, tras la irrupción del automóvil, la bicicleta comienza a perder terreno como vehículo de uso cotidiano y ve reducida su práctica a las actividades deportivas con carácter competitivo.
Paralelo al auge del ciclismo como deporte, surge en la mente de unos cuantos ciclistas visionarios, la posibilidad que tenían las bicicletas en los desplazamientos por pistas y caminos de montaña. Esta tendencia tiene su origen en los años setenta y sus principales practicantes son los franceses.
Al mismo tiempo, en California, los practicantes del surf descubrieron una nueva aplicación para sus bicicletas playeras de “rueda gorda”. Las pesadas “fat tires” o “cruisiers” se irán alejando cada vez más de las playas, adentrándose en pistas y caminos forestales.
Las transformaciones fundamentales a las que se sometió a las “cruisiers” se centraron en: mejorar sus capacidades, ya que éstas contaban con tan sólo una velocidad; aumentar la potencia de frenado, primero mediante frenos de tambor, posteriormente con frenos en “U”, y por último con los ya clásicos frenos “cantilever” de tiro central. Tal cantidad de transformaciones alteraron estructuralmente la bicicleta, hasta el punto de diseñarse nuevas geometrías para el cuadro. En estos momentos ya se puede hablar de Bicicleta Todo Terreno (BTT) o también llamadas en ingles Mountain Bike (MTB).
Las diferencias con respecto a otros tipos de bicicletas son apreciables, y no sólo en la estructura y geometría del marco (más baja y larga la de montaña), sino también en los materiales empleados para su construcción.
La bicicletas de montaña tienen ruedas de 650 mm de diámetro, frente a los 700 mm de una de carreras; las llantas son más anchas y resistentes. En montaña, el manillar es recto, lo que incrementa la manejabilidad, y permite un mayor dominio y rapidez en el manejo de la dirección, fundamental en terreno irregular.
En cuanto a la transmisión, la base es la misma: un plato y un piñón engranados por una cadena, la diferencia está en el tamaño y número de éstos. Es difícil encontrar una MTB con menos de 3 platos y 6 piñones, 18 velocidades. Los desarrollos más pequeños son muy cortos, pudiendo superar subidas nunca soñadas para una bicicleta de carretera.
La práctica del ciclismo de montaña supone la conjunción de una serie de actividades: ciclismo, montañismo, orientación, entre otros, que le confieren un atractivo especial. Es en esta heterogeneidad y en el carácter aventurero que su práctica tiene, en lo que radica su éxito.
Otra de las peculiaridades de las bicicletas todo terreno es la exigencia por parte de sus practicantes de una serie de conocimientos que extralimitan los aspectos meramente deportivos. Por las duras condiciones técnicas en las que este deporte se practica, es imprescindible la posesión de unas nociones básicas en materias tan dispares como la mecánica, la cartografía o los primeros auxilios.
El ciclismo de montaña es un deporte seguro y saludable, pero ambos aspectos están basados en una actitud responsable e inteligente por parte del ciclista.
Por ahora, solo nos resta desearte: ¡Buena ruta!